Women’s Forum México 2016

Canciller Claudia Ruiz Massieu: Quiero agradecer en primer lugar a Jacqueline Franjou, Jacqueline, muchas gracias; thank you very much, merci beaucoup; de invitarme a estar aquí en este grupo de mujeres exitosas, talentosas, poderosas, decididas a hacer una diferencia. De verdad me honra y me entusiasma estar aquí como parte de este grupo tan importante.

Y también saludar al 20 por ciento de los asistentes hombres, que nos acompañan en este "Women’s Forum México 2016" porque el tema del desarrollo de las mujeres, de lograr la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres no es sólo un tema de mujeres, es un tema de hombres y de mujeres, en este sentido es una muy buena idea que se haya abierto la puerta, que estén aquí hombre acompañándonos y reflexionando y debatiendo con nosotros y les agradezco a todos su presencia.

Pensemos por un momento en las grandes batallas culturales, sociales, políticas del siglo XX, como el Movimiento de los Derechos Civiles en Estados Unidos, o la Lucha Contra el (inaudible) y el esfuerzo de Conciliación y de Reconstrucción Nacional encabezado por Nelson Mandela. Esos episodios tienen dos por lo menos, elementos en común, por un lado nunca se plantearon como problemas aislados, ni como problemas de coyuntura, ni como problemas de una o un grupo de personas, sino como causas universales, como causas que estaban fundadas en la dignidad humana y que trascendían países, religiones, culturas.

 

Y en segundo lugar fueron al mismo tiempo, procesos que se construyeron de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo. De abajo hacia arriba porque sin el activismo comprometido, cotidiano de muchas personas que hicieron que se visibilizaran esas situaciones, no hubieran podido ser parte de una agenda, una agenda que también requirió de liderazgos y de voluntad política de arriba hacia abajo para tomar decisiones y para cambiar estructuralmente esos paradigmas.

Pues el tema de la igualdad, el avance, el desarrollo, el empoderamiento de las mujeres no tengo duda, que es el gran tema del siglo XXI.

Y como una causa, una causa que trasciende países, personas, religiones; incluso en puntos de vista; es una causa que no tiene  una solución única, que no se puede reducir a una agenda política de coyuntura, o a un slogan de campaña, ni mucho menos a una efeméride aislada, es una causa que puede registrar avances pero también retrocesos, es una causa por lo tanto en la que hay que (inaudible) todos los días y en todo momento.

 

Las mujeres de esta generación, todas las que estamos aquí somos herederas de las luchas del siglo XX, cuando las mujeres irrumpimos en la vida pública y en la vida privada; como nunca antes; pasamos de alzar la voz para enumerar agravios, para participar como agentes activas y efectivas de cambio.

En lo público ganamos el derecho al voto, nos metimos en las aulas, en las empresas, en el Gobierno, hicimos de valer nuestra voz en los medios de comunicación.

Y en lo privado fuimos ganando el derecho a ser dueñas de nuestro tiempo de nuestros negocios, de nuestra vida familiar, de nuestro pensamiento y de nuestro cuerpo.

El siglo XX fue la época en la que también pasamos de defender nuestros derechos, fundamentalmente con el debate, a empezar a defenderlos mediante su ejercicio cotidiano, y esa es una diferencia fundamental y es en ese contexto en donde tenemos que leer los avances que se han registrado en México y que en años recientes han sido promovidos con mucha determinación por el Presidente de la República y con su Gobierno.

Pasamos de los años previos a 1953, cuando las mexicanas no teníamos derecho a votar, a la Reforma Constitucional de 2013, donde se estableció la paridad obligatoria en las candidaturas para el Congreso de la Unión, esta reforma histórica ha hecho posible que hoy, el 42 por ciento del Congreso de la Unión en la Cámara de Diputados, sean ocupados por mujeres, eso hoy sitúa a México 20 puntos arriba del promedio mundial que es justamente de 20 por ciento.

Pasamos de los debates del Primer Congreso Feminista de Yucatán; como el que reunió aquí Jacqueline; que se celebró hace 100 años, a la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, a la Cumbre de París sobre Cambio Climático, a la Sesión Especial de la Asamblea General de la ONU Sobre Drogas, procesos multilaterales donde México lidereó que se incorporara la Perspectiva de Género.

Pasamos de construir la Plataforma de Acción de Beijing; hace 20 años; y buscar que todos sus objetivos y esferas de preocupación fueran una realidad para todas las mujeres y niños (inaudible) aspiración, a la certidumbre hoy, de que en el caso de México; por ejemplo; en 2012 el Gobierno consagrara por primera vez en el Plan Nacional de Desarrollo que la Perspectiva de Género tiene que permear en todas las acciones, todos los programas y todos los presupuestos del Gobierno Federal.

Y pasamos de las discusiones, de la Primera Conferencia sobre las Mujeres de las Naciones Unidas que reunió aquí en México en 1975, hace 41 años, a cientos de mujeres debatiendo sobre estos temas, a una realidad concreta, que hoy en México 3 de cada 5 pequeñas y medianas empresas son dirigidas por una mujer y que hay más de 427 mil mujeres mexicanas que son empleadoras.

Así hoy tenemos un contexto que nos da enormes oportunidades, que nos da un piso de oportunidades que se ha venido construyendo y co-creando por cientos y miles y millones de mujeres y de hombres ilustrados en las últimas décadas y nos encontramos ante un México que en el siglo XXI abre otra vez nuevas oportunidades para las mujeres. Oportunidades a través de las reformas transformadoras que ha impulsado, el Presidente de la República.

Como la Reforma Educativa, una reforma que tiene que ver por supuesto con la calidad y el contenido de la educación para preparar a las mexicanas y a los niños mexicanos del futuro con las herramientas necesarias para triunfar en el siglo XXI.

Tiene que ver con adquirir conocimientos y habilidades, pero también, con que nuestras niñas y niños tengan no sólo acceso  una educación de calidad en un entorno digno, sino que adquieran una visión del mundo fundada en la igualdad, fundada en una presunción irreductible, e irrenunciable de que los hombres y las mujeres; no sólo somos iguales, y de que tenemos las mismas capacidades, y debemos tener las mismas oportunidades para alcanzar nuestros sueños.

Y así esta reforma, esta revolución realmente educativa; tiene que ver con lo sustantivo, pero también con lo adjetivo, por ejemplo, como parte de toda esta revolución educativa se ha fortalecido las escuelas de tiempo completo, las escuelas de verano, que además de por supuesto beneficiar a los estudiantes con la posibilidad de tener más conocimiento y mejorar sus habilidades, le da a las mujeres la oportunidad de conciliar mejor su vida familiar, con su vida laboral y de seguir desarrollándose.

También como parte de esta gran visión de renovación y de revolución educativa se echó a andar un programa muy ambicioso de rehabilitación y de creación de infraestructura educativa, el más ambicioso en décadas treinta mil planteles en más de dos mil municipios van a hacer renovados para que las niñas y los niños de todas las regiones de México, puedan aprender, puedan desarrollarse; en un entorno digno y en un entorno seguro.

Entonces estamos invirtiendo también en infraestructura física, pero también en infraestructura para la igualdad; los impactos de la inversión en educación son verdaderamente multiplicadores, está documentado que por cada año adicional de educación que recibe una mujer, se disminuye en casi diez por ciento la mortandad infantil.

Esta es la reforma más importante para el futuro de México, y esta es la reforma más importante para lograr un futuro de igualdad entre hombres y mujeres.

La Reforma Energética por otro lado, también contribuye enormemente en abrirle nuevas oportunidades a las mujeres; disminuye el precio de los insumos, ha bajado ya el precio del gas, los precios de la electricidad y ello facilita que las micro y medianas empresas que como ya dijimos tres de cada cinco son dirigidas hoy por mujeres en México, eso facilita que con insumos más baratos estas micro, pequeñas y medianas empresas tengan más oportunidades de crecer, de consolidarse, y de darle a quienes las crean, y a quienes las dirigen, y a quienes trabajan en ellas, oportunidades de consolidar su empoderamiento y su independencia económica, que como todas sabemos es algo fundamental para lograr la igualdad.

Además está probado, cuando las mujeres cuentan con un ingreso, invierten en promedio el 70 por ciento de ese ingreso en el bienestar de su familia, y en infraestructura comunitaria versus el 40 por ciento que invierten en promedio los hombres en esas mismas cosas.

Por eso la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha señalado que potenciar el trabajo femenino, puede ser el factor más importante para romper los círculos de pobreza y de marginación generacional; hay que seguir invirtiendo en que las mujeres tengan acceso a trabajos y a trabajo cada vez mejor remunerado, y a cerrar la brecha de la desigualdad salarial; porque las mujeres invertimos en el bienestar de nuestra familia y en el bienestar de nuestra comunidad.

También tenemos la Reforma en Telecomunicaciones, que ha hecho más barata y más eficientes las comunicaciones telefónicas, pero también más accesible y más barato el acceso a internet, esto no sólo nos ayuda a cerrar una brecha digital, sino también a ir cerrando esta brecha de desigualdad entre hombres y mujeres, con más acceso a la información, más mujeres encuentran mejores oportunidades, mejores condiciones para conocer y exigir sus derechos y se fomentan también sinergias para que participen en la vida económica, en la vida pública; es la primera vez además en la historia que las mujeres tenemos el mismo acceso a la información que los hombres; piensen antes siempre la información nos era filtrada por los hermanos, por los padres, por una visión en las escuelas de que las mujeres no podíamos tener o conocer tal o cual la información.

Hoy con las nuevas tecnologías, con el acceso al internet, con el acceso a las nuevas tecnologías; cualquier mujer, en cualquier lugar del mundo tiene la misma información que cualquier hombre en cualquier lugar del mundo, eso es muy muy poderoso.

Estas reformas están creando una nueva demanda para puestos de trabajo especializados y técnicos y ello también abre una oportunidad para nuevas generaciones de mujeres, para ingresar al mercado laboral desde empleos que requieren otro tipo de capital humano, otro tipo de habilidades, otro tipo de competencias que las mujeres tenemos, y que las mujeres hoy podemos desarrollar para el crecimiento personal de nuestra familia, de nuestra comunidad y de nuestro país

Este es un escenario que ofrece un potencial verdaderamente extraordinario, y hay que aprovecharlo; porque no cabe duda de que hoy en la primera mitad del siglo XXI, el recurso más desperdiciado en el mundo es el potencial creador, el talento, y el trabajo, y la capacidad transformadora de las mujeres; en México por ejemplo las mujeres representamos más del 51 por ciento de la población y ningún país que quiera construir condiciones de prosperidad, oportunidades para su gente, oportunidades de desarrollo para todos, puede darse el lujo de prescindir del talento y el potencial de más de la mitad de su población.

La misión es muy sencilla; la igualdad, el avance, el empoderamiento de las mujeres nos conviene a todos, es un tema de principios sí, es un tema de justicia sí, es un tema de derechos humanos sí, pero también es un tema de sentido común; si le va bien a las mujeres, le va bien a toda la sociedad.

Es importante sin duda también reflexionar que como cualquier otro instrumento las reformas por si mismas no generan efectos positivos si no hay los incentivos, y no se construyen las capacidades para que las mujeres mexicanas estemos en condiciones de sacarles el mayor provecho y aunque en las últimas décadas hemos tenido sin duda avances incontrovertibles, y tangibles, no podemos ni debemos caer en autocomplacencia porque la realidad sigue siendo ineludible y la debemos encarar con responsabilidad sobre todo mujeres y hombres como los que estamos en esta sala, que hemos tenido oportunidades y que hemos podido alcanzar nuestras metas y lograr nuestros sueños.

La realidad es que la mayoría de las mujeres aún sufren en mayor o menor medida alguna forma de discriminación  de desventaja  o de violencia por el simple hecho de ser mujeres.

Y esta realidad no nos puede ser ajena a nadie; porque sucede en casa, donde cada 4 de cada 10 niñas mujeres en México padecen algún tipo de violencia, igual que sucede en las relaciones cuando una de cada dos mujeres casadas o no casadas pero en pareja, es violentada por su pareja, también sucede en el ámbito laboral donde una de cada cuatro mexicanas sufre discriminación hostigamiento o acoso y donde las mujeres ganan en promedio menos que los hombres por hacer el mismo trabajo.

Y pasa en el día a día, a veces de forma casi imperceptible cuando algunos productos destinados al mercado femenino cuestan más que los equivalentes para los hombres, lo que se llama el impuesto rosa y a veces pasa de forma abierta, cuando una mujer debe cruzar la calle para reunir miradas incomodas o es sujeto de comentarios ofensivos en el mejor de los casos.

Y quisiera detenerme un poquito en esta lista, para señalar que apenas el domingo pasado pudimos darnos cuenta del poder de las nuevas tecnologías y de las redes sociales para las mujeres, de la herramienta de empoderamiento que constituyen las redes sociales y las nuevas tecnologías para las mujeres.

El domingo pasado vimos cómo se facilitó la organización de expresiones legítimas de la sociedad mexicana de mujeres pero también de hombres, para condenar las distintas formas de violencia que se enfrentan todavía en las regiones del país, por niñas y mujeres en México; ante esta situación de claro oscuros, en el que a veces podemos ver esos adelantos que nos alientan y nos comprometen pero que también no podemos dejar de observar los retos que todavía enfrentamos.

Debemos tratar de tener claridad respecto de qué es lo que queremos lograr, tenemos muchas metas fácticas, pero creo que tenemos dos grandes objetivos estratégicos a los que tenemos que aspirar.

El primero el objetivo toral de esta causa debe ser lograr la normalización de las mujeres en la vida pública y privada; hay que combatir mitos y estereotipos para que ya no haya obstáculos ni prejuicios cuando una niña quiera estudiar una carrera científica, o un adolecente quiera darle prioridad a su vida profesional sobre su vida familiar o al revés, se trata de construir una nueva normalidad, en la que ver a mujeres en puestos de mando y de dirección en las empresas, en la sociedad, en la política no sea una excepción, no sea algo que se da como una acción o medida afirmativa, sino algo normal, algo cotidiano, algo que como sociedad hemos interiorizado.

La consigna creo debe ser clara; no es forzar la igualdad, es corregir un error histórico y construir esta nueva normalidad, debe ser me parece un objetivo y una meta estratégica.

Y el segundo objetivo estratégico es lograr que los hombres se sumen a esta causa como compañeros de camino, bajo la premisa de que no sólo se trata de una lucha por los derechos de la mujer, sino por los derechos humanos en su conjunto; por eso a los hombres hay que decirles que los necesitamos en esta causa, que los necesitamos a nuestro lado, no para que nos otorguen, ni nos den por condescendencia, sino para que nos acompañen y construyan junto con nosotros esa sociedad de igualdad y de derechos para todas y para todos.

Ya tenemos más o menos todas nosotras, por nuestra vida, por lo que reflexionamos, por lo que participamos en foros como este un diagnóstico de los avances, de los pendientes y de los objetivos, pero ahora creo que cabe preguntarnos, ¿qué hacer?, ¿Cuáles pueden ser los denominadores comunes de una renovada agenda compartida transversal en el ámbito de cada una de ustedes que están aquí.

Un primer punto sin duda es sumarnos a ayudar a quienes desde la sociedad civil y muchas veces con pocos recursos, están trabajando para visibilizar y explicar este tema, para hacer una diferencia en su ámbito inmediato; esta causa de la igualdad no puede quedarse en la intimidad de una convección personas, tiene que ser una batalla pública y en ese sentido quienes hemos tenido oportunidades, quienes contamos con una posición de influencia ya sea de gobierno, en la academia o en el mundo empresarial tenemos que ser una voz, una voz potente, una voz constante para señalas y para denunciar, pero también para conciliar para convocar y para proponer.

También hay que repensar el enfoque con el que se aborda el tema del empoderamiento y que algunas veces tiende a privilegiar como medida de éxito, los grandes cambios que suceden en los grandes puestos empresariales o de gobierno pero que corre el riesgo de desatender lo que pasa en los mandos medios, en la base, en las estructuras de poder, en el ámbito público, en el ámbito privado.

Por ejemplo, hay una prestigiada red global que ustedes conocen KPGM que concluyó recientemente que el aumento en el  número de mujeres que ocupan espacios en las gerencias, direcciones generales, o como CEO´S de empresas, no necesariamente permea los mandos medios, al contrario puede generar excusas para el estancamiento porque muchas veces dicen “bueno si ya tenemos más mujeres directoras, hemos resuelto el problema”, cuando las de estructura siguen reflejando esa brecha y esa disparidad de acceso y oportunidades entre hombres y mujeres.

Aunque hay que decir que este mismo año, el Foro Económico Mundial estimó que, a este paso, la brecha salarial tardaría 118 años en cerrar, 118 años son muchos años, 118 años no podemos esperar las que estamos aquí, ni tampoco nuestras hijas, ni nuestros hijos, entonces hay que poner manos a la obra y hay que fortalecer y ejercer también una labor también de mentoría pero fortalecer la organización de base.

Porque esta causa no puede ni debe depender de éxitos individuales ni del poder momentáneo que tenga una persona, sino para verdaderamente conquistar objetivos de largo plazo y vencer obstáculos requerimos que la participación sea colectiva, sea organizada, y que los cambios también se vean y se noten de abajo hacia arriba.

Un tercer elemento es identificar ¿cuáles son los espacios estratégicos de lucha? para definir prioridades y para decidir ¿cómo utilizar con más eficiencia los recursos? que siempre son escasos; por ejemplo, el acceso a la información y al trabajo son dos áreas estratégicas porque aunque hay muchos otros elementos en juego en principio, una mujer con mayor independencia económica y con mayor conocimiento de sus diversas opciones estará en una posición más sólida y más fuerte para exigir, para defender y para ejercer otros derechos.

Esta visión tiene que cobrar fuerza y forma en iniciativas específicas y tenemos que pasar de la discusión a la acción.

Por ejemplo, es indispensable la capacitación para que las mujeres en lo individual y en grupos organizados, conozcan los programas y recursos tanto de la iniciativa privada como de gobierno y más aún, que puedan acceder a ellos para empoderarse, para adquirir nuevas habilidades y para tomar nuevas oportunidades.

Dicen que el primer paso para encontrar una respuesta es plantear la pregunta adecuada; y en efecto, no podemos empezar a proponer soluciones si no sabemos qué queremos resolver, por eso antes que hacer una lista de objetivos y acciones, habría que hacer una de las preguntas estratégicas que va a trazar nuestra agenda en los próximos años.

Este foro, por razones obvias, es un lugar idóneo para hacer estas reflexiones, que nos ayuden a pasar de lo operativo a lo estratégico, de lo inmediato al largo plazo. Por eso yo voy a dejar tres preguntas para que las reflexionen en estos días que dura el foro.

¿Cómo contribuimos a visibilizar más esta causa?,  ¿cómo pasamos de los éxitos individuales a la participación organizada? y ¿cuáles son los espacios estratégicos de lucha que nos permitirán pasar de lo global a lo local y de lo local a lo global?, esas son las preguntas que creo que debemos reflexionar en este espacio, en estos días, para seguir haciendo una diferencia.

El historiador Marc Bloch solía citar un proverbio que dice que “Las personas nos parecemos más a nuestra época que a nuestros padres”, y creo que esto es cierto; y eso me llena a mí de optimismo, porque hoy definitivamente vivimos en tiempos de transformación, en tiempos de una creciente igualdad donde la sociedad es más crítica pero también más propositiva, es una época en la que para los ciudadanos cada vez es más fácil participar y organizarse y para los tomadores de decisiones, cada vez es más costoso ser apáticos o se insensibles.

Pese a todos los retos hoy las mujeres vivimos en un momento histórico en el que tenemos  más oportunidades que nunca y más herramienta y más compañeras y compañeros de viaje para alcanzar nuestros sueños y realizar nuestras potencialidades.

Yo estoy sí estoy convencida que el siglo XXI es el siglo de las mujeres y eso es una buena noticia para todos.

Muchas gracias.

ooOOoo

 

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